El luto

04.01.2021

El luto, como "signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona" (DRAE), ha sufrido cambios a lo largo de la historia. El color negro para el luto en los pueblos occidentales está impuesto desde al menos la República de Roma hasta ahora, aunque fue sustituido por el blanco durante varios siglos.

El negro volvió como tonalidad del luto en España con la aprobación, tras la muerte del príncipe Juan en 1497, de la «Pragmática de Luto y Cera» por parte de los Reyes Católicos. Se trataba de un cuerpo de leyes en las que se recogía que el negro era el color oficial del luto además de prohibir la manifestación excesiva del dolor por la muerte y establecer una serie de usos y costumbres muy estrictas como la obligación de las viudas de permanecer encerradas en una habitación durante el primer año después del fallecimiento. Estas normas fueron reducidas por Felipe V, en el año 1729, reduciendo por ejemplo a seis lo meses en los cuales la mujer del fallecido debía permanecer encerrada y restringiendo el uso del negro al interior de las viviendas. Otro acontecimiento que precipitó el regreso del negro fue el funeral de Carlos VIII, en el que su esposa, Ana de Bretaña, se vistió completamente de este tono.

A partir del siglo XX, lo establecido en la Pragmática de los Reyes Católicos se suavizó considerablemente. En la actualidad, el negro no solamente se utiliza como signo de dolor y respeto por la muerte de alguien, sino que se ha extendido a muchos otros usos y ya no existe esa norma o tendencia tan estricta de mantener esa tonalidad en la vestimenta durante un tiempo determinado. Sin embargo, sí que sigue manteniéndose el color negro como el tono oficial del luto y sigue siendo el elegido, junto con tonos oscuros, para acudir a los funerales o al acto del velatorio. 

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